martes, 24 de mayo de 2016

La culpa es del hombre cis




Estoy bastante harto de que en determinados contextos autodefinidos como cuir o transfeministas se identifique al ”hombre cis” así en singular-genérico-abstracto como al opresor por antonomasia, y estoy harto no porque niegue que la mayoría de las sociedades estén estructuradas por el patriarcado, el cisexismo y la intersección de ambas estructuras de poder, sino por el tipo de feminismo desde el cual se suele hacer esta crítica y la forma que tiene de hacerla, esencialista, binaria, biologicista y heterodesignada. 

Ya desde los feminismos se cuestionó la opresión ligada al hablar de ”la mujer” en vez de “las mujeres” pero parece ser que para hablar de “el varón cis” se utiliza exactamente el mismo paradigma de siempre que es igual de reduccionista  y problemático; el "varón cis" desde este paradigma es un ente homogéneo sin realidades conceptuales o individuales propias; de esta manera se reduce el plano ontológico, vivencial, plural y difracto de la existencia al plano óntico de las categorías, de los axiomas, del positivismo apriorístico nihilista, del dogmatismo cerrado.

Leonor Silvestri escribe en su diario de la poeta mala “Los cuerpos biopolíticamente asignados a la violencia de género llamada “varón” y su subjetividad me resultan erradas (…) solo se me ocurre algo peor que ser mujer y es ser varón, esto último es lo peor que el ser humano tiene para ofrecer al mundo”.

Hay dos cuestiones que me surgen de esta frase, primera “los cuerpos biopolíticamente asignados a la violencia de género llamada varón” por quién o por quiénes son (hetero)asignados? Es decir quién asigna este género biopolíticamente a unos estos cuerpos y desde qué parámetros? La segunda cuestión es porqué lo peor que tiene que ofrecer el ser humano al mundo es el “varón” y no "le blanque" o la persona que no tiene diversidad funcional o le heterosexual o le monosexual?

Si deconstruimos esta forma de plantear las cosas lo primero que se me viene a la cabeza es que este tipo de planteamientos ofrecen más problemas que soluciones para todo el mundo y en resumidas cuentas me recuerda este discurso a un discurso implantando como hegemonía dentro de la disidencia que no hace otra cosa que reproducir el paradigma mismo que trata de combatir, y lo puedo ilustrar con ciertos ejemplos ligados a vivencias y de los cuales estoy bastante harto porque o yo o personas a las que tengo apego han tenido estas vivencias.

Estoy harto de que en lugares separatistas para bolleras, mujeres y personas trans a mis amigos les hayan preguntado que qué tienen entre las piernas o directamente les hayan metido mano en la puerta para saber si pueden entrar o no en el espacio, y sí cuando digo “amigos” me estoy refiriendo aquí a hombres trans, que también es cisexista el pensar que se es cis si no se especifica lo contrario; y sí cuando lo digo en plural, es porque ha pasado varias veces. Por qué les han metido mano a estas personas en plan gender policing? Pues precisamente por la asignación biopolítica de “varón cis” en función a una lectura heteronormativa del cuerpo de estas personas, porque tenían barba, porque tenían una expresión de género masculina o porque eran vistos como “heteronormativos” cuando la heteronormatividad y el heterosexismo realmente fueron ejercidos por las lecturas “feministas” de sus cuerpos.

Estoy también harto de las personas a las que les ponen los “hombres trans” en plan exotificación, pero les repulsan los “hombres cis” porque muchas veces lo que están haciendo estás bienintencionadas personas es no reconocer el género con el cual se identifica la persona y el cual no se manifiesta necesariamente a través de la heteronormatividad ligada a una expresión de género que le adscriben a su cuerpo.

Estoy harto de que se reduzca el cuerpo de los hombres cis a pollas porque es biologicismo reduccionista y es reproducir el falogocentrismo y es, otra vez más, heteronormatividad y cisexismo reduciendo los privilegios a una parte del cuerpo que no necesariamente tienen exclusivamente “varones cis”.

Estoy harto de que amigues de género no binario sean clasificades como “hombres cis” por lecturas esencialistas de su expresión de género, parece ser que a un “varón cis” se le puede calar sin que ni siquiera abra la boca. Estoy harto que para que estas personas no sean leídas por el género no deseado tengan que llevar a cabo procesos de disciplinamiento genérico según los parámetros y normas de otr*s que suelen ser, por defecto, heteronormativ*s y cisexistas.

Estoy harto de que personas femme sean consideradas “hombres cis” simplemente por adscripciones biologicistas de lo que se cree que “realmente son”, y esto lo he visto en varias ocasiones a la hora de crear espacios para sex parties en contextos cuir.

Estoy harto de que siempre se presuponga mi pronombre (él) en contextos donde a otras personas se les pregunta que pronombre usan.

Estoy harto de que se piense que todos los “hombres cis” nacen “hombres cis” y no pueden tener una narrativa existencial donde haya habido otros géneros y opresiones ligadas a los mismos, de nuevo volvemos al esencialismo y a la reificación.

Estoy bastante harto de que en contextos donde el tema principal sea el debatir el monosexismo que se saque la tarjeta “hombre cis” para que los hombres cis plurisexuales no puedan hablar de sus experiencias de opresión mientras que personas monosexuales ( o no) de otros géneros ocupen la mayor parte del espacio y la agenda a discutir sobre otros temas no necesariamente ligados con el evento.

Estoy harto que esta crítica al privilegio cis y patriarcal al que me refiero sea hecha muchas veces por personas que no cuestionan ni de lejos sus privilegios de clase, orientación sexual, expresión de género, raza, edad o diversidad funcional y usen la carta “varón cis” precisamente para blindar sus privilegios en otras áreas y que no se hable del tema.

Estoy bastante harto de que en ambientes cuir o transfeministas lo que domine muchas veces y de manera inconsciente por mero atavismo de política gimmick es el feminismo más casposo y esencialista de la segunda ola que ve los géneros de una manera binaria, natural y dicotómica y que identifica “el problema” con el hombre cis y por extensión con unos genitales específicos ( o una lectura de genitales específica sin entender que los genitales pueden ser leídos de una manera equívoca y plural y que es la propia persona que los tiene la que les debería dar el significado que quiera!).

Estoy harto de que cuando digo que soy “hombre cis” haya gente que se ofenda  y me cuestione porqué me identifico con “el opresor”. Estoy harto de que sea la misma gente que se apropia de identidades trans desde un privilegio cis no cuestionado, estoy harto de la falta de reconocimiento de los privilegios propios.

Estoy harto de que el “hombre cis” solo pueda ser visto como poseedor de privilegios. Estoy harto del binarismo implícito en el binomio varón cis – otr*s porque me recuerda a todo el binarismo ligado con el monosexismo que vivo día a día.

Estoy harto de que en algunos contextos cuir y transfeministas se vea incompatible la identidad “hombre cis” con la ideología “cuir” desde una política identitaria que asimila identidades a opresiones/privilegios sin transversalidad alguna.

Estoy bastante harto de que junto a esta demonización de los “hombres cis” haya una instrumentalización y exotificación de los hombres trans y una apropiación de la lucha de las personas trans por parte de personas cis desde el paternalismo y la condescendencia ya que, en muchos casos, la razón por la cual antiguos contextos feministas de la segunda ola se identifican como “transfeministas” es por exotificación y apropiación más que por otra cosa, lo cual es un tipo de cisexismo y postureo ( tokenism).

 Estoy harto de que mujeres/bolleras cis hablen exclusivamente en femenino genérico en lugares donde hay personas de género no binario y hombres trans. Estoy harto de que cuando cuestiono esta práctica se saque la tarjeta “hombre cis” sin tener en absoluto en cuenta las ideas que expreso y sin que estas personas cuestionen su privilegio cis en absoluto.

Estoy harto de que se identifique bollera ( dyke) con cuir, marica ( faggot) con cuir y “bisexual” con le opresore, estoy harto de que se identifiquen identidades con opresión y no procesos o estructuras.

Estoy harto de que se piense y se presuponga que por defecto todos los hombres cis no tienen ni idea de feminismo. Estoy harto de que se ridiculice y desprecie el feminismo diciendo “el feminismo no trata sobre tu derecho a llorar” como si no hubiese problemas estructurales e intersecciones que una crítica feminista pueda expresar para destruir los géneros y reforzar los que nos de la gana.

Estoy harto de que en contextos académicos no separatistas cuando se habla de “feminismo” se acaba hablando de “mujeres” y, en consecuencia de mujeres blancas, de clase media-alta y sin diversidad funcional. Estoy harto de que cuando se ponen en cuestión ( call out) estas prácticas opresoras se saca la carta “varón cis”.

Estoy harto de que ciertos feminismos vean que es el “hombre cis” el responsable de la opresión de las trabajadoras sexuales y no lo sea el sistema o las feministas abolicionistas que usan una retórica criptomachista en todas sus formas.

Estoy harto de la falta de interseccionalidad de la cosificación, deshumanización e ignorancia que está detrás de ese discurso feminista que achaca al “hombre cis” los problemas del mundo mientras que refuerza concomitantemente la estructura patriarcal y cisexista.

Estoy harto de los feminismos que ven el problema en el "hombre cis" mientras refuerzan y perpetuan el sexismo y la homofobia sin deconstruir otros términos como "mujer".

Estoy harto de la jerarquización de privilegios y de opresiones por intereses propios y por falta de solidaridad y que no se tengan en cuenta las vivencias propias de las personas porque ya son puestas en cajas heterodesignadas por otres desde un principio.

Estoy harto de la doble conciencia que uno tiene que desarrollar en ciertos contextos dominados por el aspectismo por cómo es leído y lo que verdaderamente siente porque sabe que las lecturas más normativas son las que al final van a prevalecer en la lectura de uno.

Estoy, por supuesto, harto del patriarcado del cisexismo y de las estructuras de poder y de toda su basura y mientras, voy tomando autoconsciencia y responsabilidad de la opresión que ejerzo por mis privilegios, también me voy convenciendo cada vez más de que toda crítica a las estructuras de poder imperantes, lo que hace desde la mayor parte de movimientos activistas que conozco es, y de una manera paradójica, reforzarlas y legitimarlas.

Mientras no se cuestione y se deconstruyan los instrumentos y mecanismos mismos  por los cuales leemos a otras personas y les otorgamos privilegios y subjetividades, el binarismo, biologicismo, esencialismo y positivismo se encargarán de que el paradigma cambie sólo en la superficie pero jamás en la estructura.


Sigamos heteroasignando biopolíticamente “varón cis” y punto a quién leamos como tal en plan “concepto paraguas” sin tener para nada en cuenta otras estructuras o mecanismos de opresión, vivencias, subjetividades, identidades, pluralidad de géneros, desde qué presupuestos leemos a la gente y un largo etcétera y sigamos blindando el sistema haciéndole un favor adscribiendo “el problema” al “hombre cis”, mientras continuamos hundiéndonos interseccionalmente en la mierda.