domingo, 20 de diciembre de 2015

Deconstrucción, Ciencia y Bisexualidad

A ver, piara... hacer LO OPUESTO NO ES lo mismo que DECONSTRUIR. ¿lo entendemos de una puta vez? - Juanjo 


En estas líneas trato de exponer lo que entiendo por deconstrucción y el porqué una aproximación al monosexismo desde la deconstrucción puede ofrecer nuevas posibilidades para recrearnos desde parámetros más empoderadores y placenteros.

Últimamente oigo y leo usar mucho el término “deconstrucción” o bien para reivindicarlo como herramienta de lucha o para criticarlo como elemento pernicioso. Sin embargo, me parece que muchas veces el cómo se entiende el término deconstrucción, independientemente de su uso, está basado en malentendidos que no responden a cómo la deconstrucción originariamente fue teorizada por su fundador, Jacques Derrida, en los años 60. Algunas veces se piensa que deconstruir es reforzar el otro conjunto de una construcción binaria, cuando realmente eso ayuda a consolidar un paradigma y no a deconstruirlo; otras veces se piensa que deconstruir es saltar todo por los aires, cuando eso sería destrucción o abbau, ya que deconstruir implica destruir y construir simultáneamente; deconstrucción es, ante todo, un proceso crítico, plural, creador y creativo. La deconstrucción tampoco es un método como tal sino una forma más de aproximarse a la realidad dentro de tantas otras que se encuentran dentro del paradigma postestructuralista. Desde la deconstrucción no se cree que haya una realidad totalmente azarosa e incongruente, como algunas veces se la ha caricaturizado, ni se sostiene tampoco que esa realidad sea exclusivamente dependiente de nuestra subjetividad, ya que eso sería idealismo subjetivo y no deconstrucción. La deconstrucción entiende, según lo veo yo, que los seres humanos estamos situados en discursos y no sólo aprehendemos la realidad a través de ellos sino que también la formamos a través de los mismos. Por el contrario, el pensar que podemos adoptar una postura neutra, libre de prejuicios, opiniones y valores ante una realidad externa al sujeto ( lo que la bióloga Donna Haraway llamó “truco divino”) es en sí una posición subjetiva propia del mundo occidental que intenta imponer una ideología específica o una forma de ver el mundo ya sea consciente o inconscientemente. Por ejemplo, la ciencia moderna occidental positivista opera, en general, con una lógica binaria subdividiendo a la humanidad en " hombres" y " mujeres". Sin embargo, el hablar de "hombre" o de "mujer" no es simplemente una forma de nombrar una realidad preexistente, también puede ser una forma de crear la realidad misma, o  sea que "hombre" y "mujer" no son meros conceptos descriptivos del lenguaje sino que más bien son conceptos performativos. El quid en la deconstrucción radica entonces en averiguar qué mecanismos de poder hay en los procesos genealógicos a través de los cuales definimos la realidad de esa manera y no de otra y cómo esos procesos van ligados al lenguaje mismo. Por ello, el hablar de una realidad existente fuera de nuestra conceptualización de la misma resultaría erróneo dentro de la deconstrucción como también sería problemático el partir axiomaticamente de ciertos conceptos sin ponerlos en perspectiva antes, precisamente porque para la deconstrucción, lo que entendemos por "concepto" es la elaboración final de un proceso dialéctico y nunca un punto de partida imparcial. Tampoco la definición de los conceptos podría nunca ser final dentro de una aproximación dentro del marco conceptual de la deconstrucción ya que habría una cadena interminable de significaciones que harían del concepto algo “diferidamente diferente” a través de lo que se conoce dentro de la deconstrucción como "différance". Por ejemplo, la “boca” sirve para hablar, para comer, para besar, para tener sexo, para entrar en el metro, es un foco de posible cáncer etc, es decir, no tiene un significado estable ni un uso completamente predeterminado, todo depende de otros significados y su relación con los mismos a partir de ciertas prácticas discursivas. No hay que irse más lejos que al manifiesto contra-sexual de Preciado para tener una idea de qué se entiende por différance  dentro de la deconstrucción.

Entiendo que todo esto pueda sonar bastante raro porque implica pensar de una manera totalmente diferente en relación a la con la que nos han acostumbrado a pensar, y también entiendo que se cuestione qué uso puede tener la deconstrucción en ámbitos tan dominados por el positivismo como son las ciencias. Las ciencias ocupan en muchos aspectos del mundo contemporáneo el estatus de tener la posición de garantes de la verdad última, universal e indiscutible como antiguamente lo hacía la teología en el mundo occidental, ello se debe al positivismo que se ha impuesto en muchas de ellas y no al carácter de las ciencias en sí, como se suele malinterpretar. El positivismo está basado en la creencia de que existe una verdad objetiva, que esa verdad preexiste y transciende al sujeto que la aprehende y que esa verdad puede obtenerse a través de la experiencia sensible interpretada a través de la razón y la lógica por medio del método científico que tiene un carácter falsificable y sintético. Esa verdad, en tanto que absoluta e imparcial en relación con cultura y valores, puede también ser generalizada y aplicada universalmente a través de leyes. Eso no acaba ahí, porque las conclusiones de la ciencia, desde esta visión, establecen el estándar legítimo a través del cual la totalidad de la realidad puede ser entendida y conceptualizada desmintiendo falsedades. Cuando algo “lo dice la ciencia” es algo que se suele aceptar, como antiguamente algo se aceptaba porque lo “decía la Biblia”. Sin embargo, aquí simplemente estamos hablando de dos regímenes de verdad diferentes que responden a diferentes paradigmas entre los cuales ha habido ( y habrá en relación con uno nuevo) una ruptura, como escribió el físico T. Kuhn en 1962 en su libro “la estructura de las revoluciones científicas”. Parece ser que cuestiones meta-científicas del campo de la filosofía de la ciencia relacionadas con qué es objetividad científica, qué es conocimiento, cómo se produce ese conocimiento, qué es la realidad, qué métodos usamos para entender esa realidad, cuales son los fundamentos y las implicaciones de la ciencia, qué sesgos etnocentricos hay en la misma y cual es el fin ultimo de la ciencia, no son planteadas rigurosamente en estudios de ciencias, haciendo que haya una falta de meta-reflexión y de consciencia de la terminología y metodología. Por ello, la ciencia lo que hace en muchos casos es perpetuar un sistema de valores y unos conceptos que son anteriores a ella misma. Por ejemplo, la ciencia occidental contemporánea ha invertido una gran cantidad de esfuerzo en entender las patologías sexuales, las desviaciones sexuales, las condiciones sexuales y, por último, las orientaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad. Sin embargo, los términos usados como puntos de partida, como la “bisexualidad” no es que sean algo natural sino creaciones discursivas como expresó Foucault en sus tres volúmenes de su historia de la sexualidad.

Pese a todo, no hay que olvidar que los orígenes mismos de la deconstrucción están en la lógica difusa, en la mecánica cuántica, en la teoría del caos y en otros paradigmas científicos que cuestionaron la hegemonía del ego cogito de Descartes, el desarrollismo teleológico de Compte o la física tradicional de Newton. El padre de la mecánica cuántica, Niels Bohr, escribió ampliamente a principios del siglo XX contra ese cienticismo positivista al que he hecho referencia. Hoy en día hay personas que son científicas que elaboran teorías pioneras dentro de la deconstrucción siguiendo a Bohr, como la física Karen Barad. Sin embargo, el positivismo todavía tiene una posición que podríamos llamarle hegemónica en algunos campos como en la mayoría de las ciencias pero también en ciertas ramas de la filosofía, la historia, la sociología, la arquitectura etc. En esos ambientes a las personas que partimos de un paradigma anti-positivista o postestructuralista siempre se nos ha tachado de no ser rigurosas, precisamente porque el paradigma  presupuesto y compartido hegemónicamente por defecto suele ser el positivista. Ello conlleva a un alto grado de presión y de violencia simbólica epistémica contra las personas que no compartimos ese paradigma, que es difícil de explicar a quien no la viva. Para hablar un poco de bisexualidad, que es sobre lo que este blog trata, creo que es importante que pensemos, aquellas personas que estemos en esa doble posición de activistas y académicas, el cómo las elecciones y las prioridades en proyectos de investigación  pueden contribuir en perpetuar una opresión o no. Por ejemplo, el relativo poco interés de tratar la bisexualidad en el mundo académico responde a una ideología debido a la cual lo que " llegamos a saber" está muchas veces seleccionado de antemano ya que los conceptos con los cuales trabajamos responden a una construcción discursiva específica que establecen una trayectoria de investigación ya predeterminada como hemos visto en el caso de las “orientaciones sexuales”. En ese sentido, la deconstrucción puede ser muy valiosa al no dar por hecho el mundo que nos rodea, cuestionando a través de una perspectiva crítica y estructural nuestra propia forma de concebir ( es decir, de crear y entender simultáneamente) ese mundo. La deconstrucción, entendida en su forma original, siendo una critica de estructuras jerárquicas y binarias  y sus correspondientes regímenes falogocéntricos de verdad que adquieren un estatus solamente erradicando otras posibilidades que devienen en lo inexistente, puede ser un instrumento muy poderoso para combatir el monosexismo y sus intersecciones tanto en el campo personal como en el campo académico. wuwei escribió que el paradigma de la “orientación sexual” es de por sí monosexista (https://reflexionesdegeneradas.wordpress.com/tag/orientacion-sexual/ ),  la trampa es entonces que si investigamos dentro de las reglas que ese paradigma ha establecido sin cuestionarlas no habrá más cabida que la de reproducir el monosexismo y las personas bisexuales siempre seremos una intersección de los únicos conjuntos ontoepistemológicamente posibles. Por ello yo reivindico el uso correcto  de la deconstrucción y espero que con este texto haya contribuido, en lo buenamente posible, a que se entienda qué es lo que las personas que tenemos una aproximación deconstructivista de la realidad nos traemos entre manos y el porqué la deconstrucción, en asambleas, en manifiestos, en el ámbito académico, en ciencias y en letras y también en el amor y la amistad  resulta fundamental como herramienta para combatir el monosexismo y para tener una vida más feliz.




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