martes, 5 de marzo de 2019

Micromonoagresiones


Este texto trata de micromonoagresiones y de consejos específicos para reconocerlas. Va dirigido exclusivamente a personas plurisexuales/plurirrománticas.



 Plurifobia

Entiendo la plurifobia como una serie de prácticas discriminatorias hacia las personas desertoras del totalitarismo monosexual. Sobre el Totalitarismo escribió largo y tendido Hannah Arendt en su libro “los orígenes del Totalitarismo”, publicado en 1951. Para Harendt el Totalitarismo no es una simple tiranía o un despotismo sino una forma de dominación que nos enajena. Con el Totalitarismo desvanecemos para llegar a ser simples ejecutores de las prerrogativas del sistema totalitario. El Totalitarismo se expresa a través de una lógica certera, absoluta y fácilmente reconocible creando una visión fija del mundo que aunque sea ficticia es vista como coherente. El monosexismo es una forma de totalitarismo.

La lógica totalitarista al ser generalizada llega a ampararse en un sentido común que la blinda, pudiendo así permanecer incuestionada pese a su oscurantismo; siendo lo que permanezca fuera de la misma el problema que hay que erradicar. De allí se llega al terror total desde lugares de ejecución que pueden identificarse desde lo público hasta lo personal. Todo se convierte en un engranaje en el cual, como en época de la Inquisición, había una continua observancia y control de nuestras actividades, sueños, deseos y referencias existenciales.

Discriminación directa

La discriminación que la plurifobia ejerce a las personas desertoras del totalitarismo monosexual puede ser directa o indirecta. Por ejemplo, discriminación directa es, como su propio nombre indica, cuando directamente se atacan a las personas plurisexuales/plurirrománticas por hache o por be; como la tan usada aseveración de que “la bisexualidad es una fase”. El problema aquí no radica en que la bisexualidad sea una fase o no, sino en que una persona que no se identifica como bisexual, desde sus propias experiencias generaliza e impone una vivencia que no ha encarnizado. Como lo hace desde el totalitarismo monosexual esa frase se expresa sin ningún tipo de necesidad de ser justificada ya que es autoexplicativa. Es como una ley tallada en piedra.  Esta forma de comunicarse se conoce en la lingüística como lenguaje formulaico. El lenguaje formulaico se basa en el uso de “fórmulas” hilvanadas entre sí  en vez de razonamientos. En el lenguaje común usamos fórmulas continuamente. Según la RAE, una fórmula es una “expresión convenida, breve, precisa y exacta, con la que se dice una cosa o se realiza un acto social o de comunicación”. Con este  tipo de fórmulas interaccionamos diariamente entre nosotres y, al ser frases hechas, no requieren de una contestación o, al menos, de una contestación que se salga de ciertos esquemas preestablecidos. La fórmula de cortesía “qué tal?” es un ejemplo de ello. Ante la pregunta “qué tal?” no se espera en general una respuesta y cuando se da una respuesta suele ser es un simple “bien, gracias” para salir del paso; a menos que se hable con una persona conocida y se quiera entablar una conversación - entonces pasaríamos a otra forma de interactuación que requiere otra función del lenguaje donde entran en juego aspectos que no son estrictamente formales.

El lenguaje formulaico al usar palabras o secuencias de palabras que no han sido procesadas y que tienen una composición fija lleva en sí, en general, una función referencial que reduce al oyente del esfuerzo de digerir algo nuevo al apuntar a un marco general preestablecido. Ese marco viene dado por las estructuras en donde nos socializamos y que permanecen no solo incuestionadas sino que se ven reforzadas por este tipo de lenguaje. Un lenguaje formulaico plurífobo lo constituyen, por ende, frases como “la bisexualidad es una fase”, “las personas birrománticas no existen”, “las personas pansexuales no están realmente oprimidas” etc. El problema de fondo no está en lo que se dice sino en quién lo dice, desde que focus de locución y con qué intencionalidad. El lenguaje formulaico no está hecho para ser rebatido porque quien lo usa habla como si fuera un robot en modo autopiloto desde la convicción de que lo que dice es irrebatible. El monosexismo se suele expresar en este tipo de lenguaje.

Discriminación indirecta

Otro tipo de discriminación es la indirecta; se trata de una discriminación indirecta cuando la discriminación no es totalmente explícita pero aún así es lesiva. Este tipo de discriminación es el más comúnmente ejercida contra las personas plurisexuales/plurirrománticas. Aquí me refiero a pluri como un término que, por convenio, usamos para visibilizarnos ante ciertos privilegios que no poseemos y ante una opresión que sufrimos más que a una esencia.

Por ejemplo, que en el día internacional contra la homofobia, transfobia y bifobia del 17 de mayo, se desoyeran y ningunearan durante varios años a las personas bisexuales antes de que fueramos incluidas en el día alegando que no se nos discriminaba que “simplemente no éramos mencionadas” es un tipo evidente de bifobia indirecta. Bifobia que muchas personas hemos vivido encarnada y con pesar cuando hemos visto que se ha combatido la homofobia ejerciéndose simultáneamente esta bifobia y que hemos tenido que aguantarnos por el, mal llamado, bien común. Situaciones parecidas han vivido personas pansexuales/panrománticas cuando se ha desoído la panfobia bajo la excusa de que sería contraproducente para luchar contra la bifobia porque restaría ímpetu ante un problema común.

Opresión

De la discriminación o discriminaciones podemos pasar a la opresión que es de carácter sistémico y estructural; como la parte que no se ve del iceberg pero que controla los movimientos del mismo. La opresión tiene diferentes caras, a mí me gusta hacer referencia al texto de la fenomenóloga Iris Marion Young titulado “las cinco caras de la opresión”, teoría que desarrolló en su libro “la justicia y la política de la diferencia”, publicado en 1990. Según Young, cuando hablamos de opresión hemos de hacer referencia a sus diferentes caras para poder crear herramientas de lucha y una conciencia colectiva sobre lo que nos está pasando no simplemente como personas sino como colectivo subalternizado por unos mecanismos propios de una opresión, aunque funcionen interseccionalmente con mecanismos de otros tipos de opresiones.

Las cinco caras de la opresión según Young son explotación, violencia, marginación, desempoderamiento e imperialismo cultural, es decir, que te impongan desde fuera como has de ser y estar. Sobre esta teoría de Young publiqué hace casi diez años un texto aplicado a las vivencias de las personas bisexuales en el Journal of Bisexuality. Durante muchos años se ha quedado ahí la cosa en mis escritos: Hay una discriminación y opresión que vivimos y sobre la cual poco a poco hemos llegado a adquirir una autoconciencia pluri. Con motivo de que en dos semanas voy a coordinar una mesa de discusión y trabajo que hable sobre la situación de las personas bisexuales/birrománticas en ILGA a través de su historia como organización me he puesto a plantearme que si podríamos llegar a pensarnos y sentirnos desde un nivel micro en lugar de macro para entender más ese malestar que si bien parte de lo sistémico se materializa en lo anecdótico embadurnando nuestro día a día. Partiendo de la teoría de las técnicas de dominación sobre las que el psicólogo Ingjald Nissen en un primer momento y Harriet Holter y Berit Ås después desarrollaron  y sobre las cuales podeis leer aquí:


y aquí


he intentado escribir una lista no exhaustiva de 5 micromonoagresiones que pueden ser identificadas rápidamente y ante las cuales podemos mostrar resistencia inmediata siempre dependiendo de la coyuntura en la que nos encontremos.

Vayamos a ellas.

MICROMONOAGRESIONES (o cagadas monosexistas)

1)    Falacia Etimológica



En lógica, una falacia es un argumento que parece válido, pero que realmente  no lo es. Las falacias no siempre se comenten intencionadamente pero como son usadas como argumentos tienen el objetivo de persuadir. La falacia etimológica parte de la premisa de que una palabra tiene que tener el mismo significado y sentido que el que indica su etimología, cayendo en un anacronismo y negando la posibilidad de cambio y la importancia de la contextualización al fijar un significado. Por ejemplo, la palabra “diezmar” aunque originariamente significa “matar uno de cada diez”, sin embargo hoy en día no tiene ese significado. Por la misma regla de tres, cuando alguien te diga “la bisexualidad es binaria porque bi es dos” esta persona está haciendo uso de la falacia etimológica y por ende no está planteando un razonamiento válido desde un punto de vista lógico. 

2)    Falacia del Falso Dilema 




La falacia lógica del falso dilema parte de dos opciones como únicas posibles, cuando en realidad pueden existir más opciones que no han sido consideradas. Por ejemplo, cuando te dicen que elijas que tienes que ser o homosexual o heterosexual te están intentando llevar al huerto del falso dilema. Una forma de salir de este huerto sin que te caigan calabazas y pepinazos en la cabeza es teniendo en cuenta los dos tipos de disyunciones que hay en castellano en relación con el uso de la conjunción “o”.

La disyunción puede ser exclusiva si se se basa en el contraste entre opuestos. Un tipo de uso disyuntivo de la conjunción “o” es cuando preguntan si une bebé es “niño o niña” siendo sólo una respuesta válida al ser ambas mutuamente excluyentes, desde la perspectiva binaria que suelen tener las personas que hacen este tipo de preguntas. Pero también podemos ver ese enunciado desde otra perspectiva, desde la inclusión disyuntiva en la que ambos términos no se oponen entre sí sino que se complementan. Por ejemplo, cuando decimos “por las mañanas suelo tomar café o té”, no es que el té excluya al café o viceversa sino que ambos términos forman parte del criterio de verdad del enunciado de lo que se toma por las mañanas. Del mismo modo ante la pregunta de si “es niño o niña” valdría la respuesta “no” o “sí” si consideramos la disyunción como inclusiva. Cuando te pregunten si eres “homosexual o heterosexual” trata de entender la disyunción de esta manera, inclusiva, en vez de desde una perspectiva excluyente y así podrás responder simplemente con un “no” ante la misma.

3)    Heterodesignación 



Heterodesignación es un término que conozco del feminismo español y, en concreto, de Celia Amorós, que nos introdujo este término en su obra “hacia una crítica de la razón patriarcal” ( 1985), si bien la heterodesignación como concepto fue ya anteriormente desarrollado en francés por Simone de Beauvoir en su “segundo sexo”, publicado en 1949. La heterodesignación es un acto deíctico a través del cual se designa a alguien desde fuera de las vivencias y realidad propia de ese alguien que encarna de lo que se está hablando o teorizando. Cuando los españoles llegaron a Abya Yala empezaron a heterodesignar un mundo que, para ellos, no era nuevo sino reconocible y comprehensible en los repertorios interpretativos que tenían. Venezuela ( pequeña Venecia) se llamó así porque las personas que vivían en sus casas en el río Maracaibo les recordó a los conquistadores a Venecia; California se llamó así porque los conquistadores pensaban que allí vivía una tal Califia que era una califa con sus hordes ( Granada acababa de haber caído en manos cristianas unos meses ha) y todo el continente se llamó América, feminizándose el nombre del navegador Americo Vespucci y reforzando así el binomio conquistador= masculino, conquistada=femenino. Todas estas palabras se tratan de heterodesignaciones al haber sido impuestas desde fuera.

Cuando te empiezan a dar una definición de lo que es la bisexualidad o la pansexualidad no es simplemente una opinión es una  una imposición heterodesignada que no tienes porqué aguantar. Aquí entramos en temas de privilegios y de quién puede pronunciarse sobre un tema y quién debe callarse al respecto y escuchar (aunque no necesariamente preguntar lo que le venga en gana). La heterodesignación a las personas birrománticas/bisexuales o panrománticas/pansexuales suele ejercerse desde una proyección de las prerrogativas del paradigma monosexual a personas que no son monoxuales, cuya imposición es sentida como violenta. No tienes porqué aguantar que la visión que tenga una persona monosexual sobre ti te sea impuesta, tampoco tener que argumentar y discutir con esta persona si no te apetece. Bajo ninguna circunstancia es la responsabilidad de la persona oprimida el educar a la persona que ejerce la opresión

4)    Monosplaining (condescendencia monosexual)



Cuando alguien se marca un monosplaining es cuando no simplemente te va heterodesignando mientras a ti te va hirviendo cada vez más la sangre o tu nivel de ansiedad se dispara sino que encima te trata de explicar el porqué como si no lo supieras. Cuando una persona monosexual te viene con su monosplaining a explicarte temas bi o pan que te conciernen y afectan a ti personalmente le puedes decir que se lo puede ahorrar. Ten en cuenta que gran parte del monosplaining puede partir de personas reconocidas y que se consideran expertas por cuestiones académicas de tu vida, el por eso es menos monosplaining.

5)    Logocentrismo



El logocentrismo es un término desarrollado por Ludwig Klages que se basa en la obsesión de situar el centro de cualquier texto o discurso en el logos. Logos en Griego podría significar razón o palabra, mientras que Klages y más tarde Derrida centrarían su filosofía en la dimensión de “razón” del logocentrismo yo creo que también podría servirnos de utilidad hablar de logocentrismo en tanto que algo relativo a las palabras en sí. Para invalidar las experiencias de opresión de las personas plurisexuales se suele alegar que no hay un término peyorativo para bisexual o pansexual de la misma manera que lo hay para marica o bollera. Si leemos o escuchamos algo sobre monosexismo pues sabemos que su lógica se basa en una erradicación, y ciertamente aquello que se erradica no se puede mencionar permaneciendo inescrutablemente en el mundo de la inefabilidad. Entonces es obvio que no hay insultos para personas bisexuales/birrománticas y pansexuales/panrománticas aunque eso no quite que no haya una opresión, aunque se podría argumentar que biciose/a/o o indecise/o/a son insultos. El problema es que estos insultos no tienen tanta fuerza o especificad como maricón o bollera y de esa manera nos hacemos un flaco favor las personas pluri si intentamos echar un pulso a maricas o bolleras (monosexuales) en un terreno marcado por una agenda lineal monosexual; lo que hay que hacer desde mi punto de vista y experiencias es no seguir el juego al monosexismo y pararle los pies antes de que nos lleve a su terreno y nos acorrale porque en su terrero tenemos todo que perder.

Hay muchos más micromonoagresiones, de hecho he escrito una lista de 15 en un papel pero creo que lo dejo aquí porque creo que lo que quería transmitir ya lo he hecho. En lugar de establecer un decálogo sobre lo que es o no es una micromonoagresión espero que este texto ayude para que otras personas plurisexuales desde el compromiso de autodefensa individual y colectiva lleguen a sus propias conclusiones y elaboren sus propias herramientas de autoconciencia, empoderamiento y lucha.

Que no haya ninguna agresión monosexista sin respuesta es quizá una quimera, pero que no la haya sin autoconsciencia y postcuidados puede ser una realidad de cuya responsabilidad me quiero hacer partícipe a través de este texto.


domingo, 9 de diciembre de 2018

Bisexualidad y paternidad



Para mucha gente una cosa que diferencia claramente a las personas bisexuales y a las homosexuales es que las personas bisexuales tienen más facil tener hijes si lo desean. Este presupuesto no deja de ser cisexista al dar por hecho que todas las personas homosexuales son cis y también monosexista al adscribir una lógica heteronormativa a todas las relaciones entre personas bisexuales: Todo lo que no es homosexual ha de ser heterosexual. En este texto voy a contar mi realidad como persona bisexual que ha tenido une peque hace un mes y medio.

Tengo una relación de pareja no monógama desde hace 6 años. Esta persona con la que tengo este tipo de relación tiene una hija de 16 años que yo conocí cuando tenía 9 y que considero mi hijastra, con ella tengo una muy buena relación. Hace unos años decidí tener une bebé y como por cuestiones anatómicas no lo podía tener con mi pareja decidí tener el bebé con otra persona y decidimos crear entre todes una familia pluriparental. 

Cuando miro por internet sobre este modelo familiar no encuentro muchas cosas. Veo resultados sobre familias tradicionales, homoparentales o monoparentales pero no sobre familias pluriparentales. El que las familias homoparentales reproduzcan el modelo heteronormativo monógamo de la biparentalidad no me parece algo con lo que yo me sienta identificado.

La persona que gestó a Laura Antonio ( como yo llamo a mi bebé) se identifica como mujer, cis y heterosexual y yo y mi pareja nos identificamos como bisexuales, cis y varones. La concepción de Laura Antonio tuvo lugar por inseminación artificial en una clínica pública, para ello tuvimos que mentir y decir que la madre de Laura Antonio y yo éramos pareja. ¿ Por qué no tuvimos relaciones sexuales para concebir a Laura Antonio?. Pues la respuesta más sincera es porque no quisimos y porque las relaciones sexuales y la reproducción eran para nosotres dos cosas muy diferentes. 
Yo soy una de esas personas bisexuales estereotípicas que ha tenido relaciones sexuales con varones, mujeres y personas de género no binario. A diferencia de las personas bisexuales que no han tenido relaciones con los géneros normativamente reconocidos “varones” y “mujeres” porto el privilegio de que mi bisexualidad no suele ser cuestionada ( se podría decir que he actuado como heterosexual y como homosexual que es lo que cualifica dentro del paradigma monosexual para ser bisexual). Sin embargo, mis relaciones sexuales nunca han tenido como objetivo la reproducción; aquí no voy a explicarlas detalladamente, al menos en este texto, simplemente me gustaría decir que la sexualidad es infinitamente más rica que el mero coito con el objeto de reproducirse; al menos la mía.

Pues bien, mientras la madre de Laura Antonio le estaba gestando la mayoría de la gente me consideró a mí el padre y a la persona que le gestaba la madre mientras que mi pareja y co-padre de Laura Antonio quedó invisibilizada por cuestiones biologicistas y heterosexistas que nos han costado bastantes cabreos y disgustos. Para más inri, viviendo como vivo en Dinamarca pues resulta que la madre de Laura Antonio no es danesa estereotípica ( entiéndase alta, rubia, ojos azules etc) sino mitad danesa mitad inuit ( es decir, esquimal de Groenlandia ) lo cual le ha sorprendido a mucha gente. Más de una vez me han hecho el comentario con tono de burla de “pudiendo haber encontrado a una rubia te buscas a esta?”. Aquí añadimos racismo al biologicismo y heterosexismo que hemos vivido.

Con esto quiero decir que las estructuras de poder son elementos teóricos que en la práctica nunca actúan independientemente sino que intraactúan constantemente en una madeja que solo teóricamente podemos categorizar en bloques independientes, la realidad es mucho más compleja y jodida.

Ahora que Laura Antonio ha nacido he pasado de ser leído como marica a ser leído como heterosexual. Cuando digo que soy bisexual a la gente le extraña y me empieza a cuestionar. ¿Por qué concebisteis a Laura Antonio por inseminación? ¿ Por qué no encontraste a un a novia si querías crear una familia? Mi respuesta es que hay todo un modelo familiar fuera del paradigma heterosexual y de la heteronormatividad. Yo no puedo vivir una vida plena dentro de ese paradigma y creo que tener une bebé no está en contra de cómo yo entiendo mis relaciones sentimentales, afectivas y de compromiso con otras personas. 

De lo que me estoy dando aún más cuenta ahora que Laura Antonio ha nacido es de toda la violencia cisheteromonosexista que sufren les peques durante toda su infancia. Que si es niña ropa rosa, que si es niño azul, que si es niña es una princesa… Incluso me han llegado a decir : “ Y esa ropa? no pasa nada porque se note que es una niña”. Me parece bastante irónico que para que se note  “lo que es” tengo que disfrazarle. Tengo cada vez más claro que el género no es algo que tenemos sino algo que hacemos, espero que Laura Antonio en su día decida qué nombre quiere para élle y con qué género se identifica a pesar de las imposiciones sociales. 

Las personas LGTBI estamos sujetas a un sistema complejo de opresión estructural a lo largo de nuestras vidas, pero en la infancia y adolescencia creo que somos especialmente vulnerables a causa de las estupideces y arbitrariedades que nuestres progenitores y otres adultes cisheteromonosexistas nos imponen.

Yo espero que Laura Antonio no sea heterosexual, no sea monógama, sea antirracista, feminista y anticapitalista; haré lo posible para que Laura Antonio conozca a personas que no siguen las prerrogativas de las estructuras de poder, que sean raras, extrañas y estrafalarias y que sienta respeto y aprecio hacia ellas y que también se refleje en ellas; pero esas son mis esperanzas, sus necesidades todavía no las sabemos. 

Ante todo me bastará con que Laura Antonio sea una persona resiliente y feliz con conciencia social y respeto a los demás seres vivientes con los que compartimos este planeta. 

Entonces me sentiré como un padre orgulloso, esperanzado y feliz. 

Arriba las familias diversas y abajo el cisheteromonosexismo!

domingo, 4 de febrero de 2018

Alacranes y Escorpiones




¿Qué diferencia hay entre alacranes y escorpiones y por qué resulta esta pregunta interesante en un blog sobre bisexualidad?

Las palabras que usamos pueden ser entendidas de dos maneras diferentes. Por un lado tenemos la visión positivista-esencialista que adscribe de una manera fija un significante a un significado y a un referente. Así cada palabra tiene su forma adecuada de ser escrita y pronunciada ( significante), un ente –abstracto o no - al cual hace referencia ( referente) y una definición válida de la misma ( significado). Esta visión positivista-esencialista no está muy interesada en genealogías ni en narrativas sino que se centra en una perspectiva objetiva,  única y generalizable no vinculada a cambios u otros aspectos contingentes. Cuando una persona te corrige tu forma de escribir porque desde su perspectiva has escrito una “falta de ortografía”, cuando una persona mira en el diccionario la “definición válida” de una palabra (para invalidar otras), cuando una persona niega a otra su identidad porque no se adapta a una definición “dada”…. esta persona está partiendo de esta forma positivista-esencialista de entender las palabras.





Por otro lado tenemos la visión constructivista que tiene en cuenta el origen y el devenir de las palabras así como sus contextos y relaciones. Dentro de esta visión constructivista la relación entre significante, significado y referente es contingente y las palabras pueden coexistir con sus fluctuaciones y desavenencias.

Desde estas dos formas de entender las palabras ¿qué diferencia hay entre bisexualidad y pansexualidad? Esta pregunta que yo creía ya zanjada hace muchos años parece ser que ha recobrado, una vez más, su vigor lo cual es un indicio de que el monosexismo, como estructura de poder, no solo nos constituye existencialmente ( ontológicamente) sino que también determina nuestra manera de entender y ver la realidad misma ( epistemológicamente). Por ello, mientras el monosexismo no sea superado por otro paradigma seguiremos hablando una y otra vez sobre los “problemas” que plantea el monosexismo sin encontrar respuestas concluyentes, porque el problema es el monosexismo mismo.

Por eso aquí estamos de nuevo en un punto muerto. Las personas que no nos identificamos como monosexuales tenemos una maldición que nos sigue tácitamente. La maldición consiste en que no solo nuestra identidad, no solo nuestra subjetividad, no solo nuestros deseos eróticos y nuestras formas de crear un vínculo afectivo con otras personas son invalidadas y erradicadas sino que también todo aquello que construyamos en su base es destruido por el monosexismo . El monosexismo tiene un carácter holístico y afecta, en consecuencia, a todos los aspectos de nuestra creación y devenir existencial. Mientras sigamos en las fauces de su paradigma todos sus mecanismos psíquicos de poder nos harán siempre volver a un punto muerto: borrón y más de lo mismo.

Una definición positivista-esencialista de la bisexualidad  y de la pansexualidad podría ser que la bisexualidad es la atracción a dos géneros o sexos mientras que la pansexualidad es la atracción a las personas independientemente de su género o sexo. Detrás de esta definición hay un claro sesgo monosexista que vincula de una manera necesaria la atracción de las personas a géneros o sexos. En realidad hay varios factores que juegan un papel importante en la atracción que sentimos hacia otras personas más allá del género o el sexo como, por ejemplo, la empatía, la complicidad, el color de unos ojos, la intensidad de una mirada, el olor, la estatura, la sonrisa, el volumen corporal y un largo etcétera. Para las personas monosexuales todos esos factores van adscritos a un género o sexo mientras que para las personas no monosexuales no necesariamente. Presuponer que la atracción entre personas tiene una base que es el género o el sexo es reducir la atracción a un discurso biologicista de origen religioso. El razonamiento es tan básico como el siguiente: Las personas se pueden dividir entre hombres y mujeres, no porque lo diga la biología ( que lo desmiente) sino porque lo dice la religión ( Adam y Eva). Ya ahí partimos de una premisa religiosa incuestionada que justificamos de una manera pseudocientífica con un discurso biologicista. Los hombres son hombres, entre otras cosas, porque les gustan las mujeres y viceversa. Esto lo podemos ver al fijarnos en los genitales mismos de “ambos” sexos que se complementan de forma “natural”.

De esto se deriva la idea de que nos reproducimos simplemente por instinto; lo demás es ir “contra natura”. Presuponer que las personas tenemos una especie de ciclo estral y un instinto reproductivo es, de hecho, un error bastante grave porque si la sexualidad de las personas se define por algo es precisamente por carecer de ciclo estral y de instinto. Querer echar un polvo con alguien no tiene nada que ver con un “instinto”, sino que hay otros factores que tienen una función erótico-determinante; de la misma manera querer “reproducirse” ( o tener hijes) no está en absoluto vinculado con una orientación sexual determinada.





Bueno, pues todo esta patraña que no tiene ni pies ni cabeza más que para justificar privilegios y opresión es lo que todavía se acepta como base a la hora de hablar sentimientos, atracción, libido y otros aspectos de la vida emocional y erótica de las personas bisexuales: nos gustan dos géneros/sexos o todos los géneros/sexos o las personas independientemente de los mismos. Si no entendemos la bisexualidad dentro del paradigma monosexual, si seguimos diciendo que la bisexualidad transciende o cuestiona el paradigma monosexual estaremos cayendo una y otra vez en el mismo error porque aunque el activismo antimonosexista lucha, obviamente, contra el monosexismo no puede ser tampoco entendido fuera del mismo

Vayamos ahora a los alacranes y a los escorpiones. Dentro de todas las palabras que habitan en el castellano tenemos la palabra “alacrán” que es una palabra que viene del árabe hispánico (al‘aqráb عقرب) pero el castellano también dispone de la palabra escorpión proveniente del latin ( scorpio/onis). ¿ Cuál es la diferencia entre alacrán y escorpión? Esta pregunta podría bastar para que se escribiesen artículos y se desarrollasen investigaciones al respecto si no captamos desde un primer momento la trampa epistemológica que lleva implícita. Hasta 1613 tanto alacrán como escorpión hacían referencia al mismo animal en dos lenguas que cohabitaban en un mismo territorio peninsular: castellano y árabe. Aunque se hubiera perdido el árabe hispánico en la península ibérica a principios del siglo XVII la palabra “alacrán” se conservó en el acervo lingüístico del castellano ( como en el del catalán “alacrà” y en el del gallego “alacrán”) en condiciones iguales que el término latino “escorpión.” Ello hizo que el mismo animal se denominase de dos maneras diferentes o, en términos lingüísticos, que dos significantes o conjuntos de letras y su imagen acústica compartiesen un único significado y referente. A este caso podemos añadirle el de otras palabras como neumonía y pulmonía, migraña y jaqueca, odontólogo y dentista, aceituno y olivo o ajonjolí y sésamo. Su diferencia radica, al igual que en el caso de escorpión y alacrán, en que la lengua de origen es diferente mientras que el significado y el referente ( el ente referencial) es el mismo. O sea que son términos sinónimos.

A todas estas palabras mencionadas podríamos añadir el dúo bisexualidad-pansexualidad no ya porque provengan de dos idiomas diferentes ( aunque en principio bisexualidad tiene un prefijo latino y pansexualidad uno griego) sino porque estas palabras no tienen un significado y un referente necesariamente diferenciado sino contingentemente diferenciado, es decir, que puede darse el caso o no de que su uso sea sinónimo. Todo depende de si partimos de la idea positivista-esencialista de que a cada significante le corresponde un significado y un referente o la constructivista de que no. Por eso todas las discusiones basadas en un ámbito o nivel de definiciones se entienden mejor si damos un paso atrás y las vemos desde sus parámetros epistemológicos. ¿ Son positivistas-esencialistas? ¿ Son constructivistas?

Al monosexismo en su lógica binaria con la que opera le viene muy bien enfrentar bisexualidad con pansexualidad porque así se separa y desestabiliza la lucha plurisexual obligándonos a aceptar el paradigma binario monosexual, incluso, para autodefinirnos.

Pero entonces ¿hay alguna diferencia entre pansexualidad y bisexualidad? El problema en parte radica cuando entendemos nuestra existencia reducida en definiciones que solo hablan el lenguaje estático del “ser”: La bisexualidad es X mientras que la pansexualidad es Y. De esta manera olvidamos un valor ontológico que cohabita con el “ser” y que resulta fundamental para todo grupo minorizado para su supervivencia que es el del “estar”. El estar supone el devenir, lo que se construye conjuntamente, el compartir, la empatía y la porosidad. Nos gusta estar solos pero también buscamos la compañía con el otro en el estar. Desde una perspectiva del estar más que del ser podemos ver otra forma de entender la bisexualidad y la pansexualidad no ya como categorías separadas y enfrentadas ya sea desde un punto de partida positivista-esencialista o constructivista sino como el producto autodefinido de una colectividad construida por procesos políticos en donde el afecto, el cariño, la solidaridad y ciertos referentes comunes establecidos por una opresión compartida juegan un papel generador.

Desde ese valor modal del “estar” las palabras pueden cobrar un significado nuevo en tanto que voz de una colectividad. Entonces es la colectividad la que define la palabra y no la palabra la colectividad. En castellano, por ejemplo, hay dos palabras para referirnos al día después del sábado y antes del lunes. Tales palabras son domingo o día del señor ( del latin domine dies) o alhát que viene del árabe “uno” al ser el primer día de la semana ( en portugués el martes ya es el día segundo o segunda-feira). La palabra “domingo” no es usada, por ejemplo, en judeoespañol o ladino. De la misma manera, la palabra para hacer referencia a la divinidad monoteísta también tiene dos formas en castellano. Los cristianos, y los descendientes de los mismos secularizados, usan la palabra dios que hace referencia al dios como ente plural ( la trinidad), mientras que los judíos usan la palabra dio en singular y, en general, con el articulo determinado delante. Cuando los judíos recitan la Shemah mencionan “dio es uno”. Pues bien, esto nos ilustra que diferentes grupos de hablantes resimbolizan y resignifican diferentes términos e incluso crean nuevos de acuerdo con sus necesidades propias precisamente porque la realidad es percibida de forma diferente. De esta forma vemos que las palabras no tienen una definición intrínseca sino que son las personas las que otorgan a estas palabras de significado por afinidad entre ellas mismas y como forma de visibilizar una colectividad. Hay personas pansexuales que entienden su subjetividad afectivo-sexual como diferente a la de las personas bisexuales y viceversa.

Las palabras pueden evolucionar su significado también. Por ejemplo, lo que antiguamente era un “salario” ( término originariamente relacionado con el pago en sal) no es lo que se corresponde con lo que en general se entiende con ese término hoy en día. También podría mencionar que una oca ( del latin auca), en principio, es el mismo animal que ganso ( del gótico gans); sin embargo, con el tiempo el uso de ambas palabras se fue diferenciando lo que hizo que ahora, en determinados registros,  tengan un significado diferente. Por ejemplo, en general se entiende que la oca es un ganso domesticado y que un ganso es una oca silvestre. Las palabras han de ser entendidas dentro de una narrativa que una mera definición no puede abarcar porque las definiciones frenan y fijan. Lo que una persona puede entender como bisexual y pansexual hoy no es quizá lo mismo que esa persona entiende mañana como bisexual y pansexual. En su devenir los términos pansexual y bisexual pueden acercarse o alejarse dependiendo de las circunstancias dadas. Precisamente por eso podemos encontrarnos con personas pansexuales que entiendan su subjetividad afectivo-sexual como más afín a cómo la entienden ciertas personas bisexuales que otras pansexuales y viceversa. En estos casos las definiciones estáticas no hacen otra cosa que alienarnos de nosotros mismos.

Por ello, a la hora de entender la bisexualidad y la pansexualidad implica un esfuerzo para aproximarnos a cómo entendemos, sentimos y percibimos las personas no monosexuales nuestra subjetividad afectivo-sexual. De un lado esta la parte personal, por otro la parte comunitaria y por último la parte narrativa de nuestro devenir identitario, si es que queremos entenderlo en términos identitarios que no es necesario.

Así a la hora de entender la diferencia entre la bisexualidad y la pansexualidad habrá que tener en cuenta las siguientes perspectivas:

1)     Positivismo-esencialismo y constructivismo
2)     Valores ontológicos del ser y del estar
3)     Narratividad.

Una vez que te plantees estas preguntas y busques sus respuestas y que respetes el derecho de autodefinirse de cada persona plurisexual pues podrás acercarte y conocer un poco más no ya las definiciones abstractas sino la propia existencia de las personas plurisexuales desde nuestra propia realidad y podrás entender que pansexualidad y bisexualidad pueden ser sinónimos o no dependiendo del momento, la situación, la persona, la colectividad y la historia que haya detrás. ¿ Todavía no queda claro? Volvemos al punto muerto de nuevo. Solo cuando reconozcamos y valoremos la realidad como ineludiblemente plural y contradictoria podremos empezar a aproximarnos a una respuesta sobre esta cuestión que nos resulte satisfactoria.